Costumbres y propósitos respecto del Año Nuevo
El Año Nuevo es de las pocas celebraciones que trascienden religiones, culturas, edades, y es de las más festejadas a nivel mundial. Casi todas están marcadas por los rituales “para atraer lo nuevo” y el llamado a establecer los propósitos para el año que inicia.
Por Gerardo González
Al comenzar el año, todos tenemos ciertas metas, sin importar cuáles sean. Sí bien es verdad que más del 90% de la población realiza su lista de propósitos, resulta curioso notar que casi todos tenemos aspiraciones similares. Entre las intenciones que se repiten debemos destacar los propósitos de Año Nuevo más comunes: perder peso, comer más saludable, hacer más ejercicio, dejar de fumar, ahorrar dinero, ser más paciente, encontrar un mejor trabajo y ser mejor persona en general, etc.
Todo comienza con un momento en la vida en el que no estamos a gusto con nosotros mismos. Costumbre o mística, el fin de año parece ser el tiempo de poner esos disgustos sobre la mesa y ver qué hacemos con ellos.
En nuestro país, se conocen distintos tipos de rituales que tienen con fin un mismo objetivo: conseguir que llegue la “buena onda”. El 2020 y 2021 fueron de los años más duros a escala global y quizás no nos dejó recibir el 2022 como merecíamos. Por eso, para este 2023, decidimos repasar cuáles son las tradiciones más famosas para arrancar un año con buena energía, cumplir metas y generar la ilusión de una mejora en la vida de cada uno de nosotros.
- Usar bombacha rosa:la tradición dice que deben regalarte una bombacha rosa para el 25 de diciembre (navidad) y estrenarse el 31 de diciembre para el comienzo del año, trayéndote prosperidad y buena suerte.
- Vestirse de blanco: con el fin de absorber buenas vibraciones al ser el blanco el color de la pureza y la renovación la gente suele vestirte de pies a cabeza de color blanco.
- Comer 12 pasas de uva: a las 00:00, con el fin de tener un “año dulce” se comen 12 pasas de uva, una detrás de la otra. Existen quienes piden un deseo con cada una de ellas.
- Meterse bajo la mesa: el objetivo es conseguir una pareja estable en año que entra. Siendo la media noche en punto, se debe pasar un tiempo bajo una mesa y luego salir a brindar con tus seres queridos. Este ritual viene de generaciones antiguas.
- Salir con valijas: para quienes quieran viajar, la tradición se trata de salir a dar una vuelta manzana, luego de brindar a las 00hs, junto a una valija vacía. Según dicen, atraerá viajes o futuros proyectos en relación a recorrer lugares.
- Quema del calendario pasado: siendo la medianoche, y con el fin de que el año entrante se lleve todas las impurezas y malestares, prender fuego los calendarios del año anterior, en este caso 2020.
Volviendo a los propósitos para soltar aquello que no nos conforma, mayormente los problemas empiezan cuando notamos algo raro en nosotros mismos y, en el mejor de los casos, logramos ver que las diferencias entre nuestras expectativas pasadas y nuestra conducta actual son inaceptables para nuestro inconsciente. De todos modos, casi siempre es una falta de revisión periódica del plan de vida, o la ausencia de dicho plan, lo que lleva a estas inconformidades.
Según el célebre psiquiatra suizo Carl Jung, la felicidad requiere que seamos capaces de mirar primero en nuestro interior. Solo cuando despertamos, solo cuando hacemos consciente lo inconsciente y dejamos atrás las sombras, nos sentimos libres para alcanzar aquello que nos hace felices.
Un plan de vida, por tonto que parezca, es el mástil que le da dirección a nuestro futuro. Esto no significa que no podamos cambiar ese plan de vida, porque a medida que crecemos cambiamos de opinión con respecto a muchas cosas. Pero mientras más áreas podamos definir mejor sabremos lo que queremos y evitaremos que las circunstancias se apoderen de nosotros.
La falta de dicho plan es la principal causa de que las crisis existenciales de ciertas edades en el desarrollo humano se conviertan en problemas más serios, porque la persona siente que han pasado tantos años y no han hecho nada… o despiertan una mañana y tienen la sensación de que se están poniendo viejos y no han avanzado.
Qué dice la ciencia sobre los propósitos de año nuevo
Aunque no son muchos los estudios realizados hasta el momento, uno de los más importante se publicó en diciembre de 2020, aprobado por la Pennington Biomedical Research Center, en los EEUU. Este extenso estudio llegó a diversas conclusiones relevantes al respecto de cómo se llevan a la práctica estos propósitos y los factores que interviene en su consecución o abandono. Pero tal vez la más importante de estas conclusiones es que las personas que formulan propósitos orientados a la consecución (adquisición de nuevas conductas) son más exitosos que aquellos que se orientan a evitar los viejos y malos hábitos.
Es un descubrimiento que modifica sustancialmente la forma en que expresamos nuestros propósitos cada nuevo año. Parece necesario cambiar el “dejaré de, o evitaré” por “comenzaré”.
Quizás lo más arduo del trabajo haya sido determinar qué resoluciones toman las personas cuando son libres de formularlas: si diferentes resoluciones alcanzan diferentes tasas de éxito y si es posible aumentar la probabilidad de éxito de una resolución mediante la administración de información y ejercicios sobre el establecimiento efectivo de metas.
Los participantes del público en general se distribuyeron aleatoriamente en tres grupos: control activo, algo de apoyo y apoyo prolongado. Las resoluciones más populares se referían a la salud física, la pérdida de peso y los hábitos alimentarios. En un seguimiento de un año, el 55% de los que respondieron se consideraron exitosos en el mantenimiento de sus resoluciones. Los participantes con metas orientadas al enfoque tuvieron significativamente más éxito que aquellos con metas orientadas a la evitación (58,9 % frente a 47,1 %). El grupo que recibió algún apoyo fue exclusivo y significativamente más exitoso en comparación con los otros dos. Este estudio revela que las resoluciones de Año Nuevo pueden tener efectos duraderos, incluso con un seguimiento de un año.)
Entonces, puede que no sea posible transformar nuestras vidas de la noche a la mañana, pero el estudio sugiere que los compromisos orientados de este modo pueden generar grandes resultados en el mediano y largo plazo.
¿Cómo intencionar los propósitos?
La entrada del año nuevo trae nuevos propósitos y horizontes que conviene establecer de forma clara. Si lo hacemos adecuadamente, es muy probable que éstos se cumplan. Conviene apuntar a objetivos precisos y concretos, sin perderse en una amalgama de intenciones que, si no se cumplen, nos frustrarán. Así mismo, hay que escribir estos propósitos, porque al hacerlo lo grabamos en nuestro córtex cerebral. Cuánto más definidos y escritos estén, más fuerza tendrán. Para escribir nuestros propósitos hay que partir de una página en blanco. Esto implica, soltar, desprenderse y aplicar nuestra moderna magia del orden. Acotar el propósito: podemos obligarnos a no enumerar más de tres y dar un máximo de cinco líneas para explicar cada uno de ellos. Hay que evitar conceptos genéricos del tipo “ser feliz” y concretar en acciones asumibles. Que sea alcanzable: los objetivos deben ser simples, medibles, asequibles y realizables en un tiempo determinado. Planificarlo: marcar una agenda, con diversos estadios del propósito y llevar un diario de control del mismo. Y por último visualizarlo, somatizarlo y verbalizarlo. Dicen que creamos nuestra realidad, así que confiemos, visualicemos y verbalicemos.