Derechos humanos
La memoria del “Indio” Alberto Galarza tuvo finalmente su justicia
El Tribunal Oral Federal Nº 1 de Rosario condenó, el pasado lunes 28, a militares, policías y civiles en la causa Guerrieri IV, por los crímenes de 116 víctimas, entre ellas la del docente y militante norteño.
En un fallo histórico, el TOF 1 de Rosario condenó a 16 ex militares y policías a la pena de prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad ocurridos durante la última dictadura. La sentencia se dictó en el marco de la causa “Guerrieri IV”, que investigó delitos cometidos en centros clandestinos de detención en el Gran Rosario.
Los condenados fueron hallados responsables de una serie de delitos que incluyen homicidio agravado, torturas calificadas, tormentos, desaparición forzada, sustracción de menores y privación ilegítima de la libertad. Las víctimas de la represión ilegal suman 116 personas, una de las cuales fue Alberto Galarza, secuestrado, asesinado y desaparecido por la patota de “la calamita” en el atroz fusilamiento conocido como la “masacre de Las Verbenas”, en Granadero Baigorria.
Según cuenta Raúl Lolo Borsatti en su libro “Solo digo compañeros”, Alberto Galarza nació en Tartagal el 13 de agosto de 1949. Era hijo de Silvio Galarza y Juana Ramírez Alcaráz. Su padre trabajaba en la compañía inglesa La Forestal, por lo que se trasladan a La Gallareta donde “el Indio” cursa la escuela primaria. Tras esta etapa, y para que pudiera hacer los estudios secundarios, don Silvio renuncia a su trabajo, vende algunos animales que tenían y la familia se instala en Reconquista. Allí ingresa a la Escuela Normal Nº 3 Juan B. Alberdi de donde egresará con el título de maestro normal en 1968. Durante su paso por este espacio educativo, a Galarza se lo recuerda, entre otras cualidades, por sus habilidades físicas llegando a integrar un grupo de gimnastas en la que él cumplía el papel de contorsionista cuasi circense, por su extraordinario manejo de su cuerpo y lo endiablado de sus piernas y brazos.
En 1969 comienza la carrera de Psicología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Rosario. Permanecerá allí ese año, en 1970 y 1971. Durante esa época se ganará la vida como lustrabotas y albañil. En pleno auge de las movilizaciones estudiantiles, en cuyo ámbito se politizó, Galarza cobra notoriedad cuando su caso apareció en un trabajo de bolsillo El libro negro de la Casa Rosada, editado por una organización de Derechos Humanos denominada Cofade, donde relata su detención y tortura por parte de la policía en los días del Rosariazo. Regresa a Reconquista donde comenzó a difundir clandestinamente los lineamientos del Partido Revolucionario de los Trabajadores, entre estudiantes y obreros. En 1972 trabaja como docente, haciendo reemplazos en El Rabón. El año 1973 lo encontraría militando en Reconquista y Avellaneda, en el seno de un grupo de trabajadores aceiteros, ayudando a organizar un movimiento opositor a la conducción del sindicato, que en ese entonces la encabezaba por Osvaldo Gallo. En el ámbito nacional la Federación era controlada por otro burócrata: Estanislao Rosales. Galarza tuvo un fuerte protagonismo en la gestación del movimiento. En 1974 su rumbo lo lleva hacia Los Amores, en el norte del departamento Vera, para dar clases en la escuela primaria. Sus compañeros de trabajo lo recuerdan por su perfil bajo en la relación con ellos, silencioso y refugiado en el aula, usando siempre un poncho rojo para enfrentar el frío. Fiel a su estilo, se relaciona con peones de estancia estimulando el espíritu de organización. Con dos agrupaciones: Los Toros Orejanos y Los Pueblos olvidados viajarán a Rosario a participar en el VI congreso del Frente Antiimperialista y por el socialismo; allí en un marco festivo de 25 mil personas, el Indio ingresará al estadio con su peonada vestida de ropa tradicional. A finales de 1974 patrones terratenientes y un docente delator impulsan la detención, que se concretará en Los Amores por la Policía Federal. Lo trasladaron hasta Tartagal, después al cuartel de Santa Felicia y en helicóptero a Santa Fe, donde lo mantendrían detenido diez días. Ya en libertad el partido lo llevará a Santa Fe, de allí su militancia en 1975 se encamina hacia Tucumán para trabajar con sectores populares en el llano zafrero que servían de apoyo al Ejército Revolucionario del Pueblo que estaban en los cerros y en la selva. En ese intervalo, formará pareja con una compañera del partido. Con ella, en pleno apogeo de la dictadura militar, retornará a Rosario. Viajaba permanentemente a Buenos Aires, donde mantuvo encuentros con el secretario general del partido, Mario Roberto Santucho. En Reconquista la policía allana el domicilio de los padres, mientras Galarza trabajaba comunitariamente de albañil en un barrio muy humilde, Saladillo, construyendo viviendas con los pobladores. Pero el 22 de mayo de 1977, este militante del PRT fue secuestrado al mediodía en su domicilio de la calle Balcarce al 5200. Estaba por almorzar una costeleta con huevo frito. La comida quedó servida en el plato. Tenía 28 años de edad. Desde entonces está desaparecido.