Desde el búnker de La Libertad Avanza
Milei dio su primer discurso con muchas promesas, pero dejó interrogantes abiertos
Con más consignas que certezas, convocó a un “futuro liberal”, que provoque el “fin de la decadencia” y encamine al país a convertirse en potencia.
El triunfo de Milei abre un sinfín de interrogantes. Más allá de las razones por las que aglutinó un apoyo tan contundentemente mayoritario, que será motivo de otros análisis, el más imperioso es poder determinar cuál será el perfil del futuro mandatario cuando esté en ejercicio. Y, por supuesto, cómo hará para desarrollar la tarea inherente a él.
Esas preguntas se mantienen en pie después de su primer discurso como presidente electo que, una vez más, consistió en una serie de eslóganes o de compromisos más bien genéricos: “Hoy empieza el fin de la decadencia”; “no es momento para la tibieza”; “dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”; “Argentina tiene futuro, pero sólo si es liberal”, y la promesa de Argentina potencia. Todo matizado con alusiones a “las fuerzas del cielo” y la bendición divina.
Dijo que a primera hora de este lunes empezará a trabajar, para llegar al 10 de diciembre con las soluciones que los argentinos necesitan. Pero eso no bastó para resolver los enigmas que plantea el nuevo escenario. ¿El presidente ejecutará el discurso moderado del último tramo de la campaña, o eso fue solo una impostación del candidato para reducir el nivel de espanto en el electorado no afín y ahora retomará la impronta inicial? ¿Llevará a la práctica las performances de la motosierra y la demolición del Banco Central, o aquello fue una sobreactuación para captar a la masa más indignada de la sociedad, y ahora se someterá a pautas más regulares de gestión? ¿Cómo reaccionará ante las dificultades con que el avance de sus planes, cualesquiera que sean, inevitablemente se toparán? ¿Qué ajuste será el que finalmente haga y quién lo pagará?
La fuerza de los interrogantes, que aplicarían a cualquier mandatario electo, cobran especial preponderancia, en su caso, dada la radicalidad de la propuesta y la exhibición de un ideario que, en muchos aspectos, va a contrapelo de lo que parecían ser consensos básicos en la democracia argentina. Fundamentalmente, dolarización, gestión de la educación y la salud públicas, rol del Estado. Pero también, la puesta en duda de que durante la dictadura militar haya existido un plan sistemático de violación de los derechos humanos; punto de vista que parecía relegado a segmentos minoritarios y recalcitrantes de la comunidad.
¿Cuál será el contenido específico del plan de gobierno de Milei, atendiendo a que la mayor parte de sus polémicas propuestas fueron desmentidas, o derivadas a una vaga “tercera fase”? ¿Que hay de los vouchers, del ajuste sobre “la casta”, las relaciones internacionales, la venta de órganos, la libre portación de armas, la causa Malvinas, las tarifas de los servicios públicos, la coparticipación? ¿Cuándo se revele finalmente el nombre del futuro ministro de Economía, se sabrá cuál va a ser el confirmado plan de hipotética dolarización, o aún habrá que esperar a que haya condiciones para financiarlo?.
Milei deberá concretar y clarificar las propuestas, no solo para poder trazar un curso de acción que le permita aplicarlas con un Congreso dividido, con los gremios y movimiento sociales en su contra, y con una grieta que seguirá tan abierta como ahora, montada en un miedo que no es solo producto de una campaña “sucia”, sino de una genuina y razonable inquietud.
La Libertad Avanza cuenta con ocho senadores nacionales, 38 diputados y ningún gobernador. En las provincias, Juntos por el Cambio manda en 10 distritos, el PJ en 9 y fuerzas provinciales en los cuatro restantes. En cuanto al Congreso, la relación de fuerzas quedará establecida una vez decantados los procesos de rupturas y realineamientos que se abren a partir de este mismo domingo. Por otra parte, el categórico respaldo popular habilita, hasta cierto punto, el ejercicio de un mandato fuertemente referendario, condición con la que el presidente electo espera disuadir o condicionar a la oposición política y parlamentaria.
Esas tensiones son las que atravesará, más temprano que tarde, el incipiente gobierno de Javier Milei. Y son las que, después de la primera y firme respuesta sobre el futuro del país producida en las urnas, habilitan todavía muchos más interrogantes que aún no la tienen.