Autores y editores regionales
Un escritor verense resultó finalista en los premios “Clarín Novela 2023”
Se trata de Julián Cuevas, quien escribió la novela “El tiempo del quebracho” y fue seleccionado por lectores profesionales entre más de 400 originales presentados desde distintos puntos de la Argentina.
El premio Clarín Novela es uno de los concursos literarios más prestigiosos de Hispanoamérica. Escritores de todo el mundo participan cada año con obras inéditas escritas en español. Es concedido anualmente por el Grupo Clarín, y auspiciado casi siempre por la Ciudad de Buenos Aires.
Fue creado en 1998 y su primer galardonado fue Pedro Mairal, por su novela Una noche con Sabrina Love. El ganador recibe una suculenta suma de dinero y la publicación de su novela por el sello Clarín Alfaguara. Cada año, suele fallarse en el mes de noviembre y el ganador se conoce en la ceremonia que se realiza a tal fin.
En este 2023, la ceremonia se realizó en la noche del jueves 23 de noviembre, en el Teatro Colón. El ganador actual es de San Francisco, Córdoba, y se llevó dos millones de pesos y la publicación de su novela titulada “Para hechizar a un cazador”.
En la previa de este fallo, ocho novelas finalistas quedaron en carrera para competir por el galardón. En total se presentaron 426 originales, y once lectores y lectoras profesionales decidieron que el verense Julián Cuevas, cuyo seudónimo fue “Tere”, quedase en esa selección.
El Jurado de Honor, estuvo conformado este año por tres escritores argentinos de enorme prestigio, como son las narradoras Samantha Schweblin –Distancia de rescate, Pájaros en la boca y otros cuentos, Siete casas vacías– y Ana María Shua –Los amores de Laurita, Casa de Geishas, Hija, La guerra– , y el novelista, ensayista y traductor Carlos Gamerro –Las islas, La aventura de los bustos de Eva, Cardenio, La jaula de los onas, entre otras–.
Según comentaron, las ocho novelas finalistas se distinguen por su “riqueza verbal y pulso narrativo, tratando de historias íntimas, introspectivas, de esas que desmenuzan los sentimientos con delicadeza, como de relatos en los que la acción y la complejidad de las tramas capturan al lector y no lo sueltan hasta el final”.
Particularmente, la novela de Cuevas se destaca por la apuesta a una lengua intensamente poética, empleada para narrar realidades sociales que habitualmente se traducen en otros registros, como la explotación en los quebrachales del Chaco santafesino.
DE POLICÍA Y ESCRITOR
Julián Cuevas es policía de la provincia de Santa Fe y padre de tres hijos. Tiene 51 años de edad, y es hijo de Luis Cuevas (ya fallecido) y Teresa Marchetti.
A través de su corresponsal en Vera, Manuel Mudry, Norte 24 pudo dar con el escritor galardonado, quien se manifestó no muy adepto a las entrevistas en vivo. Sin embargo, tras un breve cuestionario por escrito, Cuevas dejó conceptos muy interesantes que lo pintan casi de cuerpo y mente completo.
-¿Cuándo y cómo comenzaste a escribir?
Quizás uno empieza a escribir cuando empieza a leer. Y acaso uno empieza a leer antes de conocer las letras, es decir, cuando te empiezan a contar. Mi mayor maestro de relato ha sido mi abuelo Anselmo, casi un analfabeto que me contaba historias llenas de silencios y con una mirada única. Luego, cuando uno se sienta a escribir, es sólo la parte física. Y esa parte habrá empezado a los 15 o 16 años. Pero nunca terminaba nada y siempre perdía todo. A los 21 años empecé una novela que 10 meses después terminé y a esa no la perdí. Un par de años después terminé otra, y así fui sumando novelas y encontrándome con problemas técnicos en cada una de ellas, pues cada una de esas novelas tiene una manera de escribirse.
Al parecer, hablamos de una carrera larga y prolífera…
Escribí 10 novelas, de diferentes tamaños y de estilos dispares. Completé también, entre novela y novela, pequeños relatos y cuentos que voy amontonando bajo el título “Fragmentos verenses”, del cual llevo como 500 páginas y no sé si algún día terminaré esas cosas sueltas, pero por lo pronto ando extrañando desde hace meses escribir una novela, esa necesidad de estar preso por meses de personajes que respiran por sí mismo. Pero no tengo idea todavía de qué puede ir. Sólo son sensaciones, una necesidad que quizás encuentre su forma.
-¿Y cómo van encontrando esas sensaciones sus formas? ¿Hay un proceso ordenado o surge más bien del caos propio del artista?
No tengo horarios ni modos para escribir. A algunas novelas las escribí con una trama más o menos clara, y a otras las fui descubriendo. Trato de no repetirme, de que varíen los puntos de vista. De la primera a la segunda, por ejemplo, busqué pasar de la tercera a la primera persona, para salir de mi zona de confort. Y cada novela nueva busca esas variantes. Eso te obliga a manejar la técnica. Pero, así como uno no quiere repetirse ni en el tema, pero sobre todo en el estilo, de la misma manera uno no quiere caer en clichés o en escribir solo una novela más. Suena arrogante, pero cada uno debe tratar de dibujar sus propias locuras, aunque eso acarree salirse de lo que a veces se espera.
-¿De dónde nace la idea de escribir “El tiempo del quebracho”?
Bueno, una novela no es una idea. Son sensaciones de decir algo y no saber qué decir. Luego se elige el tema. Pero el tema este de La Forestal tiene que ver con la manera en que el mismo nos ha llegado. Muchos hablan de un tiempo de esplendor y otros de un tiempo de explotación. Me niego al maniqueísmo de pararme en uno de esos dos puntos de vista. En fin, como quiera que haya sido, esas posibilidades ocurrieron en un tiempo que ya no está, un tiempo del cual empezamos a tocar de oído. Allí ha ocurrido el amor, el desamor, las esperanzas, las incertidumbres, las supersticiones, los odios, el dolor, etc. Entonces la época del quebracho actuaría como una excusa para imaginar seres humanos, que, aunque influenciados por el contexto, no dejan de ser seres humanos.
-¿Y cómo llegás a postularte o decidís participar en el concurso Clarín Novela?
En realidad, no soy un obsesivo que necesita reconocimiento ni nada de eso. Pero ocurre también que, desde Vera, a menos que te pagues la edición y repartas tus ejemplares vos mismo, no tenés posibilidades de publicación y sobre todo de que te lea aunque sea un jurado. Tampoco soy un obstinado de andar buscando concursos. Entonces, me habrá llegado leyendo cualquier cosa por Internet donde de pronto aparece la convocatoria, y como ahora se hace todo por email, no me costó nada. Lo que no sé es por qué elegí mandar esa novela, porque viéndola con detenimiento, no es una novela que tenga un perfil para ese tipo de concurso.
Además de esa nueva novela que todavía lucha por aparecer… ¿Qué se puede esperar de tu futuro literario?
Nada, particularmente solo seguir leyendo y escribiendo. Porque es algo que no lo pienso y es más fuerte que yo. Yo trabajo en la policía de la provincia desde hace 26 años. Estuve 23 años en rosario y luego volví al norte. Todo es materia para poder escribir, siempre se encuentra un hueco. Pero sobre todo uno siempre anda con la máquina prendida, aunque no se quiera; porque en el momento de escribir aparecen observaciones que uno ni sabía que había almacenado. Es un trabajo a veces minimalista y siempre artesanal, porque por más que vayas aprendiendo del oficio, cada cosa que uno empieza viene con sus propias reglas. No creo en el intelecto puro y que te hace buscar la soledad sin contacto con el medio. Desde ahí mi trabajo me ha servido. Cualquier trabajo puede ser arcilla si uno anda urgido en escribir.